¿Alguna vez les ha pasado que ya no estás orgulloso de ser parte de la cultura mexicana?

Si hubiera tenido la oportunidad de encontrarme y hablar con mi versión más joven, especialmente cuando era niño, estoy seguro de que me diría que se siente orgulloso de ser mexicano. Me hablaría con entusiasmo sobre las cosas que hacen a este país único y sobre las personas buenas y cálidas que formaban parte de su vida.

Sin embargo, mi yo del presente, especialmente durante el sexenio de López Obrador y Claudia Sheinbaum, no puede evitar ver un país sumido en el caos. Veo a una sociedad donde lo peor de la naturaleza humana parece salir a flote: familias que han construido algo con esfuerzo siendo atacadas por secuestradores por apenas cinco mil pesos, y con muchos amigos y familiares siendo participes. Una cultura en la que el éxito de otros es motivo de envidia, no de inspiración para mejorar. La empatía, tan escasa, parece aparecer solo en momentos de desastres naturales, como si el sufrimiento fuera el único catalizador para unirnos.

Y mientras tanto, muchas personas celebran lo que está pasando con los trabajadores del Poder Judicial, como si fuera algo positivo, convencidas de que Morena tiene toda la razón. No digo que todas las personas sean así, pero solo me da una decepción enorme saber que muchos son así.